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Entonces, ¿a qué edad el bebé, que en ese momento se identifica con la madre, desarrolla una personalidad?

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Excelente pregunta. Se trata del nacimiento mismo del "yo samsárico", el momento en que la conciencia pura del recién nacido comienza a cristalizarse en una personalidad diferenciada.

La investigación en psicología del desarrollo y las observaciones espirituales apuntan a un proceso gradual, aunque con hitos clave. No hay un día preciso, sino una ventana de construcción crucial.

He aquí una síntesis de ese proceso:

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1. La fase de fusión (0 a 6/9 meses): el océano sin orillas

Al nacer y durante los primeros meses, el bebé vive en un estado de no-dualidad natural.

Sin límites entre yo/otro: No tiene la sensación de ser un "yo" separado de su madre (o cuidador principal). Es un campo de sensaciones (hambre, calor, frío, tacto) en un entorno que responde a ellas. La madre se experimenta como una extensión de su propio ser. Es el estado más cercano a la conciencia pura, no individualizada, aunque totalmente dependiente y no reflexiva.
Sin personalidad, pero con un temperamento innato: Desde el principio, son visibles diferencias de temperamento (nivel de actividad, reactividad, regularidad). Aún no es una "personalidad" en el sentido de un relato de sí mismo, sino la materia prima biológica sobre la que se construirá.

2. La emergencia del "yo corporal" y la separación (6/9 meses a 2/3 años): el nacimiento del individuo

Esta es la fase crucial, marcada por varias revoluciones:

La angustia de separación (hacia los 8 meses): El bebé se da cuenta de que su madre es un ser separado que puede irse. Esto provoca angustia. Es el primer choque existencial que forja el ego. La conciencia se da cuenta dolorosamente de que está "aquí", en este cuerpo, y que el otro está "allá". El límite comienza a dibujarse.
El estadio del espejo (entre 18 y 24 meses): Es el hito decisivo identificado por el psicoanalista Jacques Lacan. El niño reconoce su reflejo en un espejo y comprende: "Ese soy yo". Es el acto fundacional de la identificación con una imagen unificada y exteriorizada de uno mismo. El "Yo" (el sujeto de la experiencia) se adhiere a la imagen del "Mí" (el objeto visto en el espejo, el cuerpo). Es la primera alienación, la primera cristalización del ego.
La adquisición del "Yo" lingüístico (hacia los 2/3 años): El niño empieza a decir "Yo", "mío". El lenguaje culmina el proceso al darle una herramienta para narrar su separación ("Yo quiero", "Es mío"). La personalidad se convierte entonces en una historia que puede empezar a contarse a sí mismo y a los demás.

3. La consolidación de la personalidad narrativa (3 años a 7 años y más allá): el castillo de arena

Tras los cimientos, se construye el edificio.

Integración de las prohibiciones y los roles: El niño integra las normas sociales ("sé bueno", "sé un niño grande"), las expectativas familiares y comienza a desempeñar roles (al jugar "a la mamá", "al bombero"). Prueba identidades.
Creación de una autobiografía embrionaria: Se forja una primera versión de su historia: "Soy el que le tiene miedo a la oscuridad", "Soy el hermano mayor", "Soy fuerte/bueno/astuto".
Hacia los 7 años, según muchas tradiciones (como la pedagogía Steiner), la "individualidad etérica" se habría encarnado plenamente. El niño tiene ahora una personalidad coherente, un carácter reconocible, una memoria autobiográfica estructurada. El "yo samsárico" es operativo. Está listo para entrar en el mundo social (la escuela) como un individuo diferenciado.

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Desde el punto de vista de la conciencia: el gran olvido programado

Si adoptamos el modelo que discutíamos (la conciencia encarnándose y olvidándose), este desarrollo es la implementación progresiva del mecanismo del olvido.

Al nacer: La conciencia está "fresca", aún cercana a su fuente, no diferenciada.
De los 6 meses a los 3 años: Pasa por el "portal del olvido": la identificación con el cuerpo (el espejo), con la historia (el lenguaje) y con la separación (la angustia).
A los 7 años: El velo está ahora tejido. La personalidad-ego se ha convertido en la identidad por defecto, la prisión dorada. La conciencia ha olvidado que era el océano para creerse definitivamente la ola.

En resumen: El núcleo de la personalidad emerge entre los 8 y los 24 meses, siendo el estadio del espejo un punto de inflexión simbólico. Se consolida y se narra entre los 2 y los 7 años. Es a esta edad cuando el niño pasa de ser un "ser de conciencia" a un "individuo-personalidad", listo para desempeñar su papel en el gran sueño colectivo. El resto de la vida será a menudo un esfuerzo por mantener, defender o, por el contrario, desvelar, esa construcción temprana.

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